La fortuna de Andrés Soliz Rada

Escrito por  Rafael Sagárnaga/La Mano del Moto Sep 11, 2016

Son contadas, y bien contadas, en Bolivia aquellas personalidades que habiendo sido parlamentarios o autoridades de gobierno no hayan aparecido luego con holgados pecunios. Andrés Soliz Rada (diputado, senador y Ministro de Estado) ha sido uno de esos extraños políticos sideralmente distantes a la corrupción. El ideal de una Bolivia y una América distintas colmaba su vida. Lo hacía distinto de tantos que llegan al poder, pretextando ideales o ni eso, solo para costearse la satisfacción de sus bajas pasiones. La honradez y la vida sencilla eran parte del poder de Don Andrés.

Resultan igualmente pocos, contados, los políticos consecuentes. Abundan los tránsfugas que cambian de bandera o camiseta mientras el único color que se mantiene es el de sus caras. Son incontables los oportunistas que fungen de “operadores” y a manera de sicarios o meretrices le sirven a quien mejor les paga. No son menos los “pragmáticos” que acomodan sus símbolos, siglas y discurso al son del gran titiritero de turno. La vida de Soliz Rada, sus discursos, sus artículos, sus libros constituyen y construyen el inclaudicable postulado del nacionalismo de izquierda. Son la lucha sostenida por una nación indomestiza pletórica de justicia social.

Y si en este suelo, desde hace mucho, son escasos los políticos honrados y consecuentes, hay un grupo aún más selecto. Son todavía más pocos quienes le han plantado cara al déspota poderoso, al traidor solapado y al asaltante del bien común. Desde Barrientos y Banzer y hasta (por supuesto) Sánchez de Lozada y varios intocables del actual Gobierno tuvieron que temer a Don Andrés. Se enfrentó a ellos elocuentemente y, en cada caso, cuando ostentaban su mayor grado de poder. El valor, y nunca la irreflexiva bravata pasajera, fue el sello político de Soliz Rada.

Andrés Soliz Rada fue de esos pocos a los que muchos, miles, millones les deberán el hambre saciada, la parcela recuperada, la escuela, probablemente la profesión, quizás el ideal de Patria… Es de aquellos cuyas luchas se tradujeron en recuperación de riqueza para todos, en poder de nación unificada, en inmenso orgullo de vida.

Sí, también resultaba excepcional su don de gente. Su voz potente, su dicción clara, sus expresiones precisas y meditadas, aún cuando el tiempo y la enfermedad ya le quebraban el cuerpo.
Muy pocos como él. Indudablemente no debe haber mayor fortuna que tanta dignidad.

Es por la existencia de hombres como Andrés Soliz Rada que resurgen las carísimas esperanzas en una Bolivia distinta y en la consolidación de la unidad latinoamericana.

“Paz en su tumba”, “descanse en paz”, dirán las formalidades. No don Andrés, los brazos de la Patria Grande lo reciben allá donde contados mensajes se vuelven eternos.

Gracias por todo, hasta pronto, hasta siempre, privilegiada fortuna el haberlo conocido


Andrés Soliz Rada y la Izquierda Nacional

Eduardo Paz Rada

La coherencia entre amistad y respeto, entre ideas y prácticas, entre militancia y principios éticos y entre compromiso y acción política fueron las características de la vida, de los escritos y del discurso de Andrés Soliz Rada durante su vida pública en más de cincuenta años de presencia en los ámbitos familiar, cotidiano, periodístico, político, intelectual y universitario, bajo los principios de la Izquierda Nacional y con el reconocimiento tanto de quienes compartieron sus ideas, como de quienes no lo hacían.

La izquierda Nacional en Bolivia y América Latina plantó las tesis fundamentales sobre la Cuestión Nacional y la Liberación Nacional, la contradicción fundamental entre  Semicolonia e Imperialismo, la Unidad de la Patria Grande en el contexto de las disputas hegemónicas mundiales, el diálogo y debate entre Marxismo y Nacionalismo y la Defensa de los Recursos Naturales, la Soberanía y la Dignidad, analizando y estudiando la historia, el pensamiento propio latinoamericano y la teoría revolucionaria.

En el pensamiento de “Chichi” Soliz se cruzaban y sintetizaban los aportes de Simón Bolivar, Simón Rodriguez, José Vasconcelos, Manuel Ugarte, Jorge Abelardo Ramos, Sergio Almaraz, Eduardo Galeano, Carlos Montenegro, René Zavaleta, Augusto Céspedes, Victor Raúl Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, Alberto Methol o “Tambor” Vargas con los de Carlos Marx, Vladimir Lenin, Federico List o León Trotsky, entre otros, para desentrañar los vericuetos de la historia con el objetivo de fortalecer la causa de la liberación de la Patria Boliviana y de la Nación Latinoamericana, lo que se advierte en sus libros, ensayos, reportajes, discursos, conferencias, debates, entrevistas y miles de artículos de prensa publicados en todo el mundo.

De ahí que hitos históricos como los levantamientos indígenas, las guerrillas de la independencia, las guerras bolivarianas por la integración continental, el proteccionismo de Isidoro Belzu en Bolivia o de Solano Lopez en Paraguay, el pensamiento de la “generación del 900”, la Revolución Mexicana, la resistencia de Sandino, el nacionalismo de Lázaro Cárdenas, Juan Domingo Perón o Getulio Vargas, la Revolución Nacional de 1952, la Revolución Socialista en Cuba con el liderazgo de Fidel Castro, los gobiernos de militares como Germán Busch, Gualberto Villarroel, Alfredo Ovando Candia o Juan José Torrez, la revolución sandinista, la resistencia antineoliberal y el proceso de unidad e integración latinoamericana y caribeña en los primeros tres lustros del siglo XXI adquieren una línea de comprensión argumentativa frente al colonialismo, la dominación, la explotación, la dependencia y la opresión colonialista e imperialista en Bolivia y América Latina.

En su vida política se destacan su militancia y conducción en el Grupo Revolucionario Octubre (GRO), al influjo e influencia de Sergio Almaraz y Adolfo Perelman, en los años sesenta, setenta y ochenta, su aporte político e ideológico al proyecto antineoliberal  de Conciencia de Patria (CONDEPA) en los años noventa y posteriormente su  participación en la Nacionalización de los Hidrocarburos el primero de mayo de 2006 durante la primera gestión del presidente Evo Morales Ayma. En esa perspectiva sus ideas se plasmaron en la Tesis Política de los Trabajadores de la Prensa en 1970, su críticas a la democracia tutelada por el imperialismo en los ochenta, el Libro del Modelo Endógeno en 1996, en su investigación La fortuna del Presidente  en 1997, en el Decreto de Nacionalización en 2006, en la Luz en el Túnel en 2014 y en La ideología de la Izquierda en Bolivia en 2015.

 En este último libro Andrés Soliz Rada advertía tanto de los peligros de la desintegración de Bolivia por acción de las fuerzas centrifugas del federalismo, el separatismo y las autonomías descontroladas, como de las tendencias conservadoras y oligárquicas que antes conspiraron contra gobiernos nacionalistas y revolucionarios, respaldados con la provocación de la ultraizquierda, como lo hicieron contra Gualberto Villarroel, contra el último gobierno de la Revolución Nacional en declive, contra Juan José Torrez o contra la Unidad Democrática y Popular (UDP).

Fue dirigente del Sindicato y de la Federación de los Trabajadores de la Prensa de Bolivia (FTPB), Vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), Secretario de Prensa de la Central Obrera Boliviana (COB), periodista y jefe de prensa de radios, periódicos, revistas y agencias internacionales, profesor universitario, diputado, senador y Ministro de Hidrocarburos

En síntesis: Andrés Soliz Rada fue un patriota boliviano y latinoamericano a toda prueba y un maestro de la lucha revolucionaria antiimperialista y del socialismo latinoamericano.

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“Andrés Soliz Rada, nuestro nacionalista”

Escrito por Rafael Archondo Sep 09, 2016
Publicado en Aires del sur

Una de las pocas fotografías del sepelio de Sergio Almaraz Paz, nos refleja, en medio de la enlutada concurrencia, la figura de un Andrés Soliz Rada cabizbajo.

Lo imagino abrumado por aquella muerte prematura. A sus 28 años, Soliz se colocó sobre la espalda la titánica misión que nos legara Almaraz: ponerle fin al “réquiem para la república” y alumbrar la regeneración de Bolivia como nación libre y soberana.

Soliz Rada casi ha duplicado la edad alcanzada por su maestro enterrado en Cochabamba. No sé si también hizo el doble por los recursos naturales y su colocación como plataforma material del ser nacional cohesionado. Lo que sí sé es que su huella será un acto de prolongación de todas las herencias que nos podrían llevar a coronar una meta tersamente acariciada: la formación de la nación boliviana.

En efecto, Bolivia acaba de perder a su mayor teórico nacionalista, un hombre paciente y discreto, acostumbrado a labrar la piedra gota a gota, minuto a minuto. Con la retina aún sensible por la muerte de Almaraz, Soliz Rada se acercó a los gobiernos militares de corte socialista. Fue hombre de Ovando y Torres, salió exiliado durante el septenio banzerista y regresó a Bolivia para reocupar la tribuna de las ideas. Editó la revista “Patria Grande”, junto a su inseparable Eduardo Paz, y decidió saltar a la arena de la política electoral, promoviendo la coherencia programática del partido de Carlos Palenque. Muchos lo vieron agacharse cuando los compadres se acercaron al general Banzer. Soliz se mantuvo ahí bajo estricta disciplina hasta el día en que su partido desapareció legalmente. Replegado en su trinchera de tinta, siguió avivando la llama del nacionalismo en su sentido clásico, ese brotado de los labios de Perón en la Argentina, país al que quiso con el alma.

Casi como un monumento a su vibrante trayectoria, Evo le entregó la misión de nacionalizar el gas. El hombre que invirtió su vida completa en el esfuerzo, recibía la colosal oportunidad de culminarlo. Meses más tarde renunció fastidiado por la injerencia sub-imperial brasileña. Libre del ajetreo gubernamental, Soliz Rada tuvo tiempo para hacer el balance final de sus maravillosos años. Tomó distancia del MAS, aunque en los últimos meses vivió un retorno aplaudido desde el Ministerio de Trabajo, entidad que le publicó su último libro. Lo vi por última vez en la presentación del texto en el lujoso patio interior de la Vicepresidencia. No me sentí mal al sentirlo vitoreado por el oficialismo. Me pareció un justo homenaje, porque al final de cuentas, la Historia terminó por ratificar sus posturas, sí, las suyas, no las del Vicepresidente. En efecto, hoy, la nación boliviana es obra casi involuntaria incluso de quienes en su momento proclamaron su adhesión a las republiquetas indígenas y al etno-nacionalismo.

Soliz ha muerto como un político realizado. Quienes se pongan ahora sobre la espalda su legado, tendrán que caminar más ligero.

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Hasta siempre, Chichi querido

Rafael Archondo

Se ha ido. Andrés Soliz Rada nos va a hacer una enorme falta como “nación boliviana”. Sí, él creía en la nación boliviana de una manera intrépida y apasionada. Su sola convicción fue determinante para que ésta empezara a existir y a caminar.

Nos abrazamos por primera vez en CONDEPA, minutos después de palpitar con una inmensa concentración popular de la plaza San Francisco. Era noviembre de 1988. Me pidió ayuda para echar a andar una corriente de izquierda dentro del nuevo partido. Me convenció, pero, como suele pasarme, no fui constante y terminé dejando el cauce en 1990. Lo seguí acompañando de modos más sutiles y cercanos a mis aficiones. Nunca dejé de admirarlo y bajo la seducción de sus ideas, busqué prestarle tribuna allí donde me asomaba como obrero del teclado.

Soliz fue un político realizado. Casi todos sus sueños se convirtieron en realidades y la mayoría gracias a su propia tenacidad en las ideas. Sus clásicas discrepancias con Xavier Albó o el grupo Comuna se saldaron a su favor con el beneplácito que le fue dando la Historia. Tenía razón y disfrutó plenamente cada una de las confirmaciones. La nación boliviana existe y está siendo construida, nada menos, que por sus originales denostadores.

Soliz fue de la partida y tuvo como regalo colosal la oportunidad de ser el Ministro nacionalizador del gas. Aunque CONDEPA haya pactado alguna vez con Banzer, Soliz quedará intacto sobre la plataforma de los defensores genuinos de la soberanía. Se ha ido. Duele, claro que duele. Deja un nacionalismo con mayúsculas reforzado en todos sus escritos. Si hay vida más allá, y allá se conservan los intelectos, estará conversando ahora con Almaraz, Montenegro, Perelman, Ramos, Perón, Chávez o Palenque. A mí solo me gustaría grabar lo que digan y colocarlo en algún diario.

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Andrés y el arte de morderse la lengua

Escrito por Jesús Cantín/El País Sep 02, 2016

En los últimos años, Andrés había aprendido a morderse la lengua, y no por ese gesto suyo tan característico sino como ejercicio consciente. Crítico toda su vida, su ojo clínico tenía la habilidad de desnudar las incoherencias del régimen de Evo Morales, pero detestaba que sus intervenciones fueran instrumentalizadas por una derecha caníbal.

A sus 77 años, Andrés Soliz Rada había visto demasiado. Periodista, abogado, historiador, político. Lo escribí docenas de veces, lo vi una sola. Unos minutos en su cuartel general instalado en La Kantuta del Hotel Presidente de su amada La Paz donde llegó puntual y abrigado para tomar su tecito y compartir una charla medio acelerada para mí y menos para él, acostumbrado a utilizar la palabra con precisión y las ideas con lucidez.

Soliz Rada es seguramente el pensador boliviano más calificado del último tercio del siglo XX y espina dorsal de la corriente nacionalista emancipadora que se convirtió en gabinete de Gobierno en 2006 de la mano de Evo Morales. Su valor es la sencillez. Huir de las palabras revueltas, de los pensamientos intrincados. Andrés hablaba desde el amor; el amor a la Patria y a las personas que la habitan. Su lógica aplastante hizo levantar ampollas por donde pasó; por su capacidad de destapar la falacia y la impostura. Desde su tribuna ha fustigado con educada vehemencia todo lo que ha atentado contra Bolivia de una u otra forma; desde los espureos intereses de las ONG en Bolivia, la construcción interesada del Estado Plurinacional indigenista, al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y todas las operaciones digitadas por las transnacionales en el país. Pudo tener detractores, pero pocos enemigos.

Soliz Rada ha pasado treinta años reflexionando sobre la necesidad de recuperar los recursos naturales de manos de las transnacionales y de la imperiosa prioridad de industrializarlos en Bolivia. Llenó de contenido el partido Conciencia de Patria (Condepa) que pasó a la perpetuidad del imaginario colectivo por su conexión con las raíces cholas bolivianas y el compadre Palenque. En 2003 el Estado quebraba y Soliz Rada pasó de la teoría a la acción.

En 2006 se convertiría en el primer ministro de Hidrocarburos del gabinete de Evo Morales. En cinco meses concretó la anhelada nacionalización de los Hidrocarburos de la que el Gobierno sigue recibiendo regalías políticas. A él le duró apenas cuatro meses más. No dudó en retirarse cuando vio que el “núcleo duro” del Gobierno traicionaba el espíritu de la Ley. Lo de los equilibrios no iba con él.

Nunca reclamó reconocimientos, ni plaquetas, ni títulos. Soliz optó por el silencio calculado siempre en función del beneficio del país. Si alzó la voz cuando vio que los intereses personales se superponían sobre los de la Patria. Soliz habrá escrito más de un millar de artículos de prensa, ensayos, discursos, tesis y un buen número de títulos entre los que destacan “La ideología de la izquierda en Bolivia (2016), “La luz en el túnel” (2013), “El imperio en Bolivia” (2000), “La fortuna del presidente” (1996), “La conciencia enclaustrada” (1994), “El libro del Modelo Endógeno” (1993-Coordinador), “El gas en el destino nacional” (1984), “Gas. Liberación o Dependencia” (1983) y “La caracterización de Bolivia y la contradicción fundamental” (1978) es su obra. Una obra fundamental para entender la Bolivia de hoy, con todas sus tensiones, y que aunque no le han hecho famoso es fácil reconocer sus huellas en casi todos los cambios del país.

Y es que Andrés era uno de esos feos seductores, como Bardem o Serge Gainsbourg, capaz de convencer y rendir al adversario desde la bondad. Aquella tarde una pareja de señoras – señoras de copete reunidas para el pasanaku en una mesa contigua se acercaron para verlo de cerca – Ella dice que es usted el periodista y yo le digo que es el diputado – Soy ambos – respondió con su espléndida sonrisa. Al acabar la charla conmigo no dudó en cambiarse de mesa para compartir alguna idea con las septuagenarias. Cosas de sabios. De incansables servidores.

Andrés pasa este viernes 2 de septiembre de 2016 al Olimpo de los pensadores bolivianos, junto a Montenegro, Almaráz, Zavaleta y Quiroga Santa Cruz con la humildad que siempre le caracterizó, con la corrección con la que se manejó en su vida pública y privada, con la conciencia tranquila de haber servido a Bolivia.


La influencia histórica de la convicción patriótica; Andrés Sóliz en su contexto histórico

Escrito por  Eduardo Paz Rada Sep 02, 2016

La historia de la sociedad boliviana ha estado marcada por la dinámica y las contradicciones de las relaciones con las potencias capitalistas mundiales en torno a la explotación de los recursos naturales acompañada con la dominación política e ideológica sobre el conjunto de América Latina. En este contexto, los estudios, aportes y análisis de Andrés Soliz Rada, en sus distintos libros y ensayos, siguiendo la tradición de Montenegro, Almaráz, Zavaleta y Quiroga Santa Cruz, junto a su compromiso político y existencial, representan un material de investigación que permite recuperar la tradición de la Izquierda Nacional, el Socialismo Latinoamericano y el Pensamiento emancipador que han podido influir en los procesos políticos e históricos contemporáneos, en el desarrollo de la conciencia patriótica y en la Nacionalización de los Hidrocarburos.

INTRODUCCION

La transición de un tiempo a otro, de un milenio a otro, de un siglo a otro o de un periodo histórico a otro representa en la vida de las distintas culturas y sociedades la esperanza, la oportunidad y la búsqueda de un horizonte que signifique vida buena, bienestar y armonía vital. Para eso, la construcción de ideales y utopías ha sido una de las manifestaciones más importantes de la preocupación humana y, más aún, si esta construcción está acompañada de prácticas y acciones que tienen correspondencia y coherencia; de ahí que su importancia se hace fortaleza y tiene mayores impactos y posibilidades de realización, sobre todo si éstos logran encarnarse en la conciencia y la lucha de los pueblos.

Bolivia y América Latina, en el tránsito al nuevo milenio, al nuevo siglo, han encontrado la comunión entre un pensamiento y un movimiento social y político emancipador y de liberación expresado en la izquierda nacional latinoamericana, en la vinculación del nacionalismo antiimperialista y el marxismo, en un socialismo nacional fundado en el rescate de las tradiciones de lucha de los pueblos de la región y el país y de los pensadores nacionales que rompieron con el colonialismo mental y se atrevieron a atravesar la frontera de la insubordinación creadora. La historia común de la Patria Grande y la acción de las masas movilizadas, con diferentes ritmos y alcances en las últimas dos décadas en los diferentes países, se han convertido en la fuerza para enfrentar los desafíos del presente.

En este marco corresponde posicionar y reivindicar los aportes teóricos y prácticos de Andrés Soliz Rada, luchador incansable por la Nación Latinoamericana y por la formación, desarrollo y manifestación histórica de conciencia de patria en Bolivia en el tiempo que va de fines siglo veinte a principios del siglo veintiuno. Su tesón, convicción y compromiso lo convirtieron en el protagonista del acontecimiento más importante de los últimos cincuenta años, como fue la Nacionalización de los Hidrocarburos en Bolivia el primero de mayo de 2006, al lado del presidente Evo Morales Ayma.

Su discurso de más de treinta años sobre la necesidad de recuperar los recursos naturales y las empresas estatales entregadas a las transnacionales imperialistas y de industrializar las materias primas, en especial el gas, el petróleo y los minerales, como componentes fundamentales de la unidad nacional, del fortalecimiento del Estado Nacional y de la integración latinoamericana, tuvo su momento de realización histórica en el levantamiento popular de octubre de 2003 que dio fin al sistema de partidos que impusieron el neoliberalismo en Bolivia y reabrió el horizonte nacional-popular.

Además de los miles de artículos de prensa, folletos y ensayos publicados en revistas, periódicos, agencias internacionales y páginas de internet, se encuentran sus discursos en seminarios, parlamentos, foros y debates y sus escritos en tesis sindicales y políticas, así como sus ideas centrales en sus libros: “La ideología de la izquierda en Bolivia (2016), “La luz en el túnel” (2013), “El imperio en Bolivia” (2000), “La fortuna del presidente” (1996), “La conciencia enclaustrada” (1994), “El libro del Modelo Endógeno” (1993-Coordinador), “El gas en el destino nacional” (1984), “Gas. Liberación o Dependencia” (1983) y “La caracterización de Bolivia y la contradicción fundamental” (1978).

ENFRENTANDO AL ENTREGUISMO NEOLIBERAL

En los años noventa sus denuncias contra el gonismo, ese modo neoliberal de sometimiento de Bolivia a la oligarquía local y al imperialismo, a través de “La Fortuna del Presidente” ha marcado la historia política e intelectual del país porque su impacto alcanzó a socavar la hegemonía conservadora y a impulsar los cambios y transformaciones sucedidos durante los últimos diez años. Pocos libros tienen esa particularidad de generar y producir efectos profundos en la conciencia nacional, impulsar el movimiento y la rebelión de los sectores nacionales y populares e inspirar decisiones gubernamentales de soberanía, recuperación de recursos naturales y fortalecimiento de la dignidad de un pueblo.

A casi veinte años de haber aparecido la primera edición de “La Fortuna del Presidente” de Andrés Soliz, a trece años de la derrota del neoliberalismo en Bolivia y del inicio del proceso de avance de la integración latinoamericana y a nueve del ascenso de Evo Morales corresponde realizar el análisis del momento histórico, la caracterización del gonismo y sus redes de poder en el contexto nacional e internacional, las tesis centrales del libro y su proyección, los aportes a la comprensión del país, además de una reflexión sobre los alcances e impactos que han tenido ideas, libros y personalidades en distintos momentos del proceso histórico boliviano.

El libro está basado en investigaciones minuciosas y documentadas, realiza denuncias informadas y respaldadas, proporciona datos abundantes acerca de cómo se formó un poder superior al propio Estado y a la Nación Boliviana y formula criterios de valor político y teórico desde la Izquierda Nacional y el Movimiento Patriótico.

El gonismo, más allá del propio Gonzalo Sanchez de Lozada y sus antecedentes y prácticas ilegales desde el poder económico y político, se convirtió en un sistema de organización estatal orientado estratégicamente a construir y consolidar el modelo privatista-liberal acorde a las políticas neoliberales y a los intereses del capitalismo tardío en su fase imperialista, en el que las poderosas corporaciones financieras y transnacionales han marcado su territorio de explotación de los recursos naturales, de la apropiación de los excedentes y de control estratégico.

En ese sentido, se trata de la versión boliviana de un esquema de dominación política y económica semicolonial, en el cual la alianza entre el imperialismo con sus tentáculos financieros, comerciales, industriales, bancarios, diplomáticos y comunicacionales, se articula y asocia con las oligarquías y burguesías locales para debilitar al Estado Nacional, explotar a los trabajadores y apropiarse de los excedentes económicos. La titularidad de Gonzalo Sanchez de Lozada en los ámbitos empresariales y políticos resulta similar a la de los “mineros de la plata”, de los “barones del estaño” y los latifundistas que construyeron su emporio sobre la explotación y muerte de miles de trabajadores e indígena-campesinos y el entreguismo de la savia nacional.

Es altamente digno y patriótico que en el momento de mayor auge del gonismo, con sus partidos políticos, sus medios de comunicación, sus intelectuales orgánicos, su control sobre los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, se publique “La fortuna…”, como denuncia directa y contundente al Presidente de la República y a la estructura del poder construido sobre los restos de la nación y el Estado. Esto destaca la valentía y decisión de Andrés Soliz Rada que denuncia, argumenta y prueba el tráfico de influencias y la corrupción en la formación de una fortuna y de aquellas que se amasaron en este sistema.

La concepción y el trabajo de investigación realizados no fue de última hora o solamente en la coyuntura neoliberal, se trata del resultado de varias décadas dedicadas a profundizar el estudio de la realidad boliviana, sus problemas y las formas en que se ha ido produciendo el desangramiento de sus riquezas por acciones de la Nueva Rosca, el empobrecimiento de sus trabajadores y la imposición de los mecanismos de dominación.

Desde los años sesenta Soliz Rada desarrolló la actividad periodística siguiendo las líneas teóricas y políticas trazadas por Carlos Montenegro y Sergio Almaráz. En 1970, en el semanario “Prensa” del Sindicato de Trabajadores de la Prensa de La Paz, bajo su Dirección, denunció la injerencia imperialista en Bolivia a través de jefes militares que preparaban un golpe de Estado en contra del proceso nacionalista y defendió la segunda nacionalización del petróleo en Bolivia ejecutada por el Gral. Alfredo Ovando Candia y Marcelo Quiroga Santa Cruz, en base a la Tesis Antiimperialista aprobada en el Congreso de Trabajadores de la Prensa. El precedente inmediato fue su trabajo con Sergio Almaraz y Adolfo Perelman en la Revista Clarín, relación que luego dio origen a la formación del Grupo Revolucionario Octubre (GRO).

En su posterior exilio de los años setenta en Argentina y México, realizó actividades políticas y periodísticas junto a Jorge Abelardo Ramos y Eduardo Galeano marcadas por la denuncia a quienes atentan contra los intereses de la patria y favorecen la intromisión de las metrópolis. En los años 1980-1985, después del exilio, fue elegido Secretario Ejecutivo de la Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia, Vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas y trabajó de corresponsal en la Agencia France Presse y, desde 1985, en el periodo neoliberal, fue continua su lucha contra los gobiernos de Victor Paz Estensoro, Sanchez de Lozada y Hugo Banzer Suarez, los que impusieron un modelo económico y político de destrucción de las empresas estatales priorizando, con ventajas extremas, la presencia de las transnacionales.

En 1989, a la cabeza de Carlos Palenque y Remedios Loza, fue uno de los fundadores e ideólogo de Conciencia de Patria (CONDEPA), movimiento patriótico que impulsó la resistencia popular al proyecto oligárquico-imperialista, levantando el proyecto del Modelo Endógeno de Desarrollo Nacional. Precisamente durante el régimen de Gonzalo Sanchez de Lozada publica “La fortuna del Presidente” que se convierte en el más importante alegato documentado del tráfico de poder, la corrupción y la construcción de una riqueza a costa del Estado y del desarrollo de Bolivia. En el Congreso Nacional, de 1989 a 2002, fue baluarte en la defensa de Bolivia y de los recursos naturales.

En ese contexto, CONDEPA fue la primera barrera de resistencia al gonismo triunfante realizando movilizaciones masivas en contra de la privatización de los recursos naturales y de las empresas estratégicas y deslegitimando sus políticas antinacionales y antipopulares, llegando a influir sobre sectores mayoritarios del occidente del país y movilizando la conciencia patriótica. Entre 1999 y 2003, a veces de manera casi solitaria, el autor de “La fortuna…” desarrolló una persistente campaña por la defensa de la nación, del Estado-Nacional y de las riquezas mineras y petroleras, utilizando todos los medios a su alcance. Consiguió posicionar en la agenda nacional y en la demanda y lucha del pueblo boliviano los asuntos de la recuperación de los recursos naturales, de la nacionalización de los hidrocarburos y su industrialización. La agenda de Octubre del 2003, impuesta con la insurrección popular que expulsó a Sanchez de Lozada de Bolivia, se convirtió en la fuerza motriz del nuevo proceso político boliviano.

Sin duda que la persistencia y tenacidad de Andrés Soliz Rada en su denuncia al gonismo fueron fundamentales en el fortalecimiento de la conciencia nacional y en la expulsión de Gonzalo Sanchez de Lozada en octubre de 2003 y después en el ascenso electoral de Evo Morales al gobierno en enero de 2006. Todo esto tuvo su momento crucial en la nacionalización de los hidrocarburos del primero de mayo de 2006.

IMPACTO HISTORICO DE SUS IDEAS

La potencia de sus ideas en defensa de la patria, la claridad de una propuesta política de izquierda nacional y su divulgación han tenido un impacto sustancial porque perforó un orden político-económico y una fuerza capaz de convertirse en fuerza material e histórica, en una agenda de lucha del pueblo boliviano, como en pocos casos se ha dado. En ese sentido “La fortuna….” tiene esa trascendencia porque el desenmascaramiento del neoliberalismo gonista y sus efectos en Bolivia se han manifestado en la rebelión de El Alto y de todo el país contra un esquema de poder que estaba desangrando y llevando a la destrucción del país.

La Guerra del Gas de octubre de 2003, definida en términos de la nacionalización de los hidrocarburos, su industrialización, la recuperación de otros recursos naturales estratégicos como los mineros, la recuperación de las empresas estatales entregadas a transnacionales o destruidas por los gobiernos neoliberales y la conquista de la soberanía y la dignidad nacionales, se apoyan en muchos de sus argumentos y posiciones.

Sin embargo, no es suficiente la divulgación de ideas, es necesario destacar que junto a las mismas, desarrolló una práctica de toda la vida, una misión que ha consistido en difundir, debatir y posicionar sus propuestas hasta conseguir que se encarnen en las fuerzas del pueblo y se conviertan en un programa político, en un plan de liberación. Ha sido un trabajo constante y sin concesiones, destinado a defender Bolivia de los peligros mayores que afectan su existencia. Las poderosas fuerzas del gonismo, por su parte, no quedaron quietas, realizaron acciones de acallamiento, distorsión, distraccionismo y presión; incluyendo compras masivas y ocultamiento de las primeras ediciones de “La fortuna..” sin conseguir resultados y, por el contrario, las ideas del libro se fueron socializando más y más, inclusive por la vía de ediciones “pirata” que salían sin ningún control.

En ese panorama, la lucha política, ideológica y comunicacional de Andrés Soliz Rada fue intensa y constante, presentando debates y denuncias en todos los ámbitos posibles, prensa, parlamento, seminarios, foros y diversas tribunas, para potenciar la conciencia patriótica, nacional y popular, frente a quienes estaban destrozando Bolivia.

La alianza entre las transnacionales petroleras y mineras, la poderosa banca internacionalizada, los terratenientes y agroindustriales del oriente, las entidades internacionales como el FMI y el BM, Fundaciones, ONGs y entidades como USAID, el Instituto de la Américas o la Fundación Rockefeller, a través de la partidocracia conservadora, los poderes del estado y los medios de comunicación, copó el poder en Bolivia y actuó prácticamente durante dos décadas imponiendo el esquema gonista, aprovechando la derrota de la Unidad Democrática y Popular (UDP) y del movimiento sindical y popular, con la imposición del Decreto 21060, el instrumento puntal del neoliberalismo que reemplazó a la Constitución Política del estado. Esta alianza parecía indestructible e invulnerable, sin embargo, la articulación de la conciencia nacional, la movilización popular y los ideales labrados en la resistencia y lucha marcaron su derrumbe.

Esta situación de dependencia y dominación no es nueva y tampoco es nueva la manifestación liberadora del pueblo. Durante nuestra historia y la de los países hermanos de América latina y el Caribe esta estructura de control colonialista e imperialista ha establecido una relación desigual entre las metrópolis opresoras y los países y pueblos oprimidos, convertidos en semicolonias sometidas a las metrópolis.

En Bolivia la contradicción dependencia-liberación ha tenido momentos importantes de autodeterminación nacional cuando se han recuperado espacios de soberanía y control de los recursos naturales estratégicos y se han formado o recuperado empresas estatales vitales para su existencia. Algunos de ellos han marcado la construcción de la conciencia nacional y la determinación popular de ratificar el sentido histórico de la patria.

A principios del siglo XX los escandalosos negocios de la petrolera Standard Oil de Estados Unidos, que tenía el control de la explotación petrolera en nuestro país, fueron parte de su manipulación para que se enfrenten Paraguay y Bolivia en la Guerra del Chaco e impulsaron a patriotas como Dionisio Foianini y Abel Iturralde a desarrollar la tarea de esclarecimiento, denuncia y demanda de la vigencia de los derechos del país sobre los recursos petroleros.

Su lucha desembocó en la Nacionalización de la poderosa petrolera de los magnates Rockefeller (7 de junio de 1936) y la formación y fortalecimiento de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), durante los gobiernos del denominado “socialismo militar” de David Toro, Germán Busch y Gualberto Villarroel.

Este hecho, sin embargo, no afectó radicalmente el poder del “superestado” minero-terrateniente, denominado “la Rosca”: el Estado mismo estaba al servicio de los barones del estaño vinculados a la poderosa industria minera y a las fundiciones de Inglaterra y Estados Unidos que, además, convirtieron a Bolivia en proveedora de minerales a las potencias occidentales en la Segunda Guerra Mundial pagando miserables precios e impuestos al país.

La tarea de denuncia contra el poder minero e imperialista y la práctica política de Carlos Montenegro, Augusto Céspedes y Victor Paz Estensoro a través del semanario movimientista “La Calle” y el impacto de “Nacionalismo y Coloniaje” escrito por Montenegro marcaron la impronta de la Revolución Nacional de 1952 que tuvo en la Nacionalización de las Minas (31 de octubre de 1952) uno de sus eslabones más poderosos.

La derrota de la Revolución Nacional, la traición del MNR y Paz Estensoro a la misma y las concesiones hechas al imperialismo norteamericano culminó con la entrega de la explotación de hidrocarburos a la transnacional Gulf Oil Company, la rearticulación de la “Nueva Rosca” encabezada por la Minería Mediana (con su núcleo de tres Empresas: COMSUR de los Sanchez de Lozada, ESTALSA de los Iturralde Ballivián y EMUSA de los Rocabado-Mercado).

Ahí surge nuevamente el espíritu nacionalista y patriótico de pensadores como Sergio Almaraz y René Zavaleta, el primero con sus libros “Petróleo en Bolivia” y “El poder y la caída” y el segundo con “La formación de la conciencia nacional” que van a influir fuertemente en la segunda oleada de gobiernos militares nacionalistas y antiimperialistas, los de Alfredo Ovando y Juan José Torres, los que van a ejecutar la Nacionalización de los hidrocarburos de la Gulf Oil (17 de octubre de 1969) y la Nacionalización de Mina Matilde (30 de abril de 1971). En la recuperación de las reservas de gas tuvo un papel central Marcelo Quiroga Santa Cruz como Ministro de Energía e Hidrocarburos.

La estrategia militar norteamericana de la Seguridad Nacional aplicada en América Latina y la necesidad de controlar las principales fuentes de riqueza, hicieron que desde Washington se digiten golpes militares bajo su control, uno de ellos en Bolivia con la ejecución del Golpe de Estado de agosto de 1971, abriendo nuevamente un largo periodo de entreguismo con las denominadas Leyes de Inversiones y de Hidrocarburos, las mismas que, durante el periodo de la Democracia Controlada, también impulsada desde Washington, se afianzaron y profundizaron.

El proyecto neoliberal se implantó con el Decreto 21060 (29 de agosto de 1985) y una serie de medidas destinadas a destruir y privatizar las empresas estatales, entregar las riquezas naturales a las transnacionales, levantar todas las medidas de defensa de la economía interna y eliminar la estabilidad laboral. En esta perspectiva precisamente el gonismo, esa modalidad-red ilegal de control económico y político de Bolivia, se convierte en la estrategia que se va a implementar cuidadosamente para favorecer a la “Nueva Rosca” y a las transnacionales imperialistas. La resistencia popular de los años noventa tuvo en CONDEPA su principal protagonista y a Andrés Soliz Rada a uno de los ideólogos del Movimiento Patriótico enfrentando al gonismo.

La rebelión popular de octubre de 2003 que expulsó físicamente al presidente Gonzalo Sanchez de Lozada y a la partidocracia, demandando nacionalización, industrialización y consumo interno de gas y el triunfo electoral de Evo Morales y su ascenso presidencial, en enero de 2006, abrieron las puertas al proceso de nacionalizaciones y recuperaciones estatales en Bolivia, teniendo a Andrés Soliz Rada como protagonista principal de la Nacionalización de los Hidrocarburos (1 de mayo de 2006) en su condición de Ministro de Hidrocarburos y Energía. Esta medida afectó a las poderosas transnacionales Petrobrás de Brasil, Total de Francia, Repsol de España y BG de Inglaterra. Más adelante el gobierno de Evo Morales consiguió recuperar para el Estado la fundición de Vinto, las empresas ENTEL y ENDE, iniciar la industrialización del gas, impulsar la explotación del litio en el Salar de Uyuni, la fundición de Karachipampa y, sin mucho éxito, el proyecto siderúrgico del Mutún, organizar Boliviana de Aviación (BOA) ante la debacle de Lloyd Aéreo Boliviano (LAB) y recuperar el rol central y protagonista del Estado Nacional en el desarrollo del país.

PROYECCIONES Y DESAFIOS DEFENDIENDO LA PATRIA

Gonzalo Sanchez de Lozada, expulsado de Bolivia en octubre de 2003, reinstaló sus negocios y redes económicas internacionales, mineras y financieras, en Estados Unidos junto a sus viejos y nuevos socios, dirige Petromina LLC que, además, financia seminarios dirigidos a jueces de ese país y otras actividades. En Bolivia sus empresas consiguieron pasar formalmente de unas compañías a otras en las que, sin duda, sus intereses están presentes.

Sus vínculos, que tienen una larga historia familiar, económica y política, con la Fundación Rockefeller, el Council of Americas y el Instituto de las Américas se han estrechado aún más y en ese medio, según su página de internet, “continúa defendiendo la democracia y su retorno a Bolivia. Es Presidente no-ejecutivo de empresas con intereses mineros en el hemisferio occidental, es miembro de asociaciones internacionales y organizaciones que defienden la paz, la democracia y el desarrollo económico”.

Él y su grupo de seguidores considera que en Bolivia existe una subversión del narcosindicalismo contra la democracia y podría convertirse en un nuevo Afganistán. En tanto la justicia boliviana ha solicitado a su similar estadounidense la extradición de Sanchez de Lozada, infructuosamente. En el ámbito legal está pendiente, a pesar de los años, el Juicio de Responsabilidades que iniciamos el 22 de julio de 1999, a nombre de CONDEPA, los parlamentarios Andrés Soliz Rada, Pedro Rubin de Celis y Eduardo Paz Rada.

El gonismo, como sistema de articulación de intereses económicos de las oligarquías internas con las empresas imperialistas y las entidades internacionales a su servicio, mantiene sus redes de acción. No otra cosa significan la activa presencia del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, la poderosa actividad de trasnacionales mineras como la Sumitomo de Japón en San Cristóbal y la Kores de Corea del Sur en Corocoro y otras o el millonario comercio de minerales, de las petroleras Repsol, Total y Petrobrás en el negocio de hidrocarburos, de la banca y las finanzas que, como nunca, han conseguido millonarias ganancias y de los terratenientes soyeros y agroindustriales del oriente.

Es evidente que el gonismo se mueve en otro contexto político, económico y social y en condiciones subordinadas y de arrinconamiento, pero está presente. El gobierno de Evo Morales ha dado grandes saltos, como indicamos antes, y ha fortalecido el Estado Nacional y un Capitalismo de Estado que le permite mantener su dirección indígena, campesina y popular y un amplio respaldo social e impulsar, junto con otros gobiernos nacionalistas de la región, una posición de unidad e integración sudamericana, latinoamericana y caribeña.

En el programa de televisión “Aló Presidente”, transmitido desde Tiahuanacu en 2006, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chavez, conversó con Andrés Soliz en torno a la denominación de “Latinoamérica”, “Hispanoamérica”, “Indoamérica” y otras identificaciones, coincidiendo en que la emergencia de los trabajadores del campo y la ciudad, de los sectores medios y populares, de los profesionales y militares patriotas al iniciar el siglo XXI estaba marcado por la impronta de una fuerza indígena y mestiza parecida a la que luchó en la Guerra de la Independencia en las primeras décadas del siglo XIX.

A partir de los aportes y las posiciones de Andrés Soliz Rada es posible realizar un balance comparativo de sus tesis centrales en relación al proceso histórico de Bolivia tomando en cuenta que la matriz fundamental planteada se encuentra en la condición semicolonial de Bolivia, con la cuestión nacional irresuelta debido a la acción del imperialismo que pugna por mantener las relaciones dominación y dependencia.

Son indudables los avances y cambios producidos en el país en los últimos doce años. El pueblo boliviano ha estado movilizado y marcando una línea vigilante y participativo y el gobierno ha marcado la nueva tendencia de su relación con Estados Unidos impulsando la recuperación de la dignidad nacional, la valorización cultural y social de los pueblos indígena originario campesinos y sectores populares, la soberanía en las decisiones políticas y el acercamiento con gobiernos y fuerzas políticas latinoamericanas y del Tercer Mundo que coinciden en la lucha por la liberación y la independencia.

El Decreto de Nacionalización de los Hidrocarburos proyectado por Andrés Soilz y firmado por Evo Morales abrió el camino a la recuperación de la renta petrolera y los excedentes económicos de la explotación del gas han sido fundamentales para fortalecer el Estado Nacional; este proceso está avanzando con las inversiones de YPFB en la petroquímica, el mejoramiento de refinerías, el tendido de ductos en el país y el importante incremento del consumo interno de gas.

De manera similar en la minería se han recuperado reservas, Huanuni, COMIBOL y la Fundición de Vinto, entre otros, pero al mismo tiempo corporaciones transnacionales están arrasando con importantes riquezas mineras pagando migajas de impuestos y regalías. Un caso especial es el peligroso potenciamiento de las llamadas cooperativas mineras, empresas que tienen la tendencia a incumplir normas ambientales y sociales y aprovechar ventajas de créditos, reservas y bajos impuestos.

La relación de las Fuerzas Armadas con el Gobierno, en un contexto de afirmación de posiciones nacionalistas y antiimperialistas, es otra de las tesis que Andrés Soliz Rada ha sostenido, tomando en cuenta la condición oscilante de los militares, como parte de los sectores medios, y su importancia estratégica. El actual gobierno ha conseguido comprometer a las Fuerzas Armadas en los proyectos de integración nacional, asumir una posición acorde a la política estatal y deshacer sus compromisos con Estados Unidos.

Otros dos aspectos en los que ha habido avances son: el control de las ONGs, sobre todo aquellas vinculadas a las políticas metropolitanas, que han estado funcionando sin ninguna fiscalización estatal y que Andrés Soliz Rada planteó reiteradamente la necesidad de una Ley al respecto. De la misma manera su propuesta de Ley de Investigación de Fortunas, como arma fundamental de lucha contra la corrupción, ha sido asumida por el gobierno a través de la Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz.

En los últimos años, su prioridad intelectual y política ha sido la lucha por defender la existencia y unidad de la patria frente a las intenciones oligárquicas de dividirla con el argumento de dar vigencia a las autonomías y a la posterior aprobación de una Constitución que creó condiciones para fragmentar el país, bajo la línea de la autodeterminación de treinta y seis naciones indígena originario campesinas auspiciadas por ONGs y Fundaciones financiadas desde las metrópolis. Esta “autodeterminación de parcialidades” y la negación intransigente de la explotación de recursos naturales de manera soberana, como estrategia imperialista, ha provocado muchos conflictos internos por el control de recursos, territorios y actividades lícitas e ilícitas en distintos lugares del territorio boliviano por parte de distintos grupos y sectores. Su tenaz defensa de la unidad nacional frente a los riesgos de la balcanización ha tenido sus resultados puesto que las políticas y el discurso del gobierno de Evo Morales ha priorizado las tareas de la integración nacional y el fortalecimiento del Estado Nacional.

La vigencia actual de sus planteamientos se concentra en la lucha antiimperialista que en países como Bolivia está indisolublemente relacionada con cinco aspectos: la construcción y realización de un sólido Estado Nacional, la defensa intransigente de la soberanía e independencia nacionales, la lucha por el uso endógeno de los recursos naturales, la unidad e integración con todos los pueblos de América Latina y, sobretodo, la preservación de la existencia del propio país.

De ahí su pertinaz discurso defendiendo e impulsando la dignidad boliviana y la autoestima de la población, bajo la trilogía que impulsó el “modelo endógeno de potenciamiento nacional”: autosuficiencia en alimentos, vestido y vivienda con la revolución productiva; la revolución moral contra todas las formas de corrupción y enriquecimiento ilícito y la participación popular como parte de la democracia participativa

De la misma manera, la importancia histórica de la insurrección de Octubre 2003 y el ascenso del gobierno de Evo Morales lo llevó a asumir una posición de respaldo a este proceso, sin dejar de hacer críticas a las concesiones que se hicieron a las petroleras transnacionales que habilitan tendencias conspirativas contra la unidad nacional. En un proceso revolucionario como el boliviano se reconocen y apoyan los avances y transformaciones realizadas y se identifican los retrocesos que permiten avanzar al capital transnacional.

Aquí adquiere importancia la tesis del nacionalismo defensivo de las semicolonias, expresado en las nacionalizaciones de empresas imperialistas, frente al nacionalismo de las potencias capitalistas depredadoras. Es la relación nacionalismo-socialismo de los procesos nacional-populares, en la prioridad de defender de existencia nacional para proyectar el avance de la nación hacia horizontes del socialismo latinoamericano, con sus variantes comunitarias, del siglo XXI y del Vivir Bien.

Los vínculos entre existencia nacional y Estado fuerte frente al imperialismo son vitales; Capitalismo de Estado, defensa de los recursos naturales, cuestión nacional y unidad latinoamericana se entrelazan dialécticamente para construir una posición política y una estrategia imprescindible para Bolivia en el conjunto de luchas y contradicciones que se concentran en el eje de la liberación nacional que enfrenta a las fuerzas oligárquico-imperialistas contra las fuerzas nacional-popular antiimperialistas.

El pensamiento de Andrés Soliz se ha convertido en una fuente necesario para el conocimiento de la realidad política y para estudiar y explicar la historia de Bolivia de fines del siglo veinte y principios del veintiuno.

En síntesis corresponde afirmar que uno de los protagonistas de la derrota del neoliberalismo en Bolivia ha sido Andrés Soliz Rada con sus ideas y sus posiciones patrióticas; asimismo sus propuestas y tesis acerca del camino hacia la liberación nacional han sido o están siendo incorporadas en las políticas estatales, debilitando el modelo privatista-liberal para impulsar uno estatalista-popular, en el contexto de la contradicción imperialismo-semicolonia. Impulsó de manera incesante la realización de una revolución moral e intelectual en el país a partir de las denuncias realizadas y de la integridad en su vida política y dio un golpe mortal al gonismo al derrotarlo ideológica, moral, teórica y políticamente.

LA POLITICA CON MAYUSCULAS

Hacer un análisis del libro más reciente de Andrés Soliz “Las lides ideológicas de la Izquierda Nacional Boliviana: LA LUZ EN EL TUNEL” no es solamente un acercamiento a los materiales publicados en distintos momentos de la historia contemporánea sino un testimonio de reconocimiento, admiración y gratitud al maestro de la palabra y el escrito, a su integridad moral y política, a su vocación al estudio, el análisis crítico y la investigación de los problemas centrales de América Latina y Bolivia y a su consecuencia con sus principios y valores.

Con Andrés Soliz se reivindica la POLITICA, con mayúsculas, como servicio, como actividad humana integral e imprescindible para soñar una patria libre, una sociedad justa de iguales y un pueblo soberano; su trayectoria es un ejemplo vibrante para entender la convicción de su combate contra los poderes e intereses que impiden la existencia plena de la nación boliviana indo-mestiza y del proyecto de la unidad latinoamericana en la Patria Grande, manejando la pluma y la palabra como armas poderosas que consiguieron que se haga conciencia colectiva la lucha por los recursos naturales, la nacionalización de los hidrocarburos, la expulsión de la partidocracia conservadora, el debilitamiento del neoliberalismo y la defensa de la existencia de la Patria Boliviana.

Sus páginas permiten comprender los grandes procesos históricos de América Latina y Bolivia, los fundamentos, principios y proyectos teóricos, políticos y prácticos de la Izquierda Nacional Boliviana; los debates y controversias en los cuales ha evolucionado y se ha consolidado un pensamiento nacional-popular latinoamericano; la identificación precisa de los enemigos del proyecto de liberación nacional y la trayectoria de su posicionamiento político en cada una de las coyunturas importantes por la que atravesó el país y América Latina.

Varios momentos permiten evidenciar la dimensión y proyección de su lucha y consecuencia con sus ideas:

– En 1970 el semanario “Prensa” del Sindicato de Trabajadores de la Prensa de La Paz, bajo la Dirección de Andrés Soliz Rada, denunció la ingerencia imperialista en Bolivia a traves de jefes militares que preparaban un golpe y defendió la segunda nacionalización del petróleo en Bolivia impulsada por Marcelo Quiroga Santa Cruz, en base a la Tesis Antiimperialista aprobada en el Congreso de Trabajadores de la Prensa. Su antecedente inmediato fue su trabajo con Sergio Almaraz y Adolfo Perelman en la Revista Clarín que luego dio origen a la formación del Grupo Revolucionario Octubre (GRO).

– En el mismo año se produce su detención en el panóptico nacional de San Pedro por denunciar el golpe proimperialista contra el proceso Ovando-Torres y luego su liberación por la acción de los periodistas que masivamente se declararon presos junto a él. Su liberación terminó en el balcón del Palacio de Gobierno.

– En 1971 la defensa del gobierno de Juan José Torres la realiza coordinando la cadena informativa y alzando fusiles para la resistencia al golpe militar-civil del coronel Hugo Banzer. En su posterior exilio en Argentina y México realizó actividades políticas y periodísticas junto a Jorge Abelardo Ramos y Eduardo Galeano.

– En los años 1980-1985, después del exilio, fue elegido Secretario Ejecutivo de la Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia y Vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas y trabajó de corresponsal en la Agencia France Presse, junto al excelente periodista francés Albert Brun, difundiendo al mundo la situación de Bolivia, la corrupción, el narcotráfico y los desmanes de la dictadura.

– En el periodo neoliberal, desde 1985, fue continua su lucha contra los gobiernos de Victor Paz Estensoro, Gonzalo Sanchez de Lozada y Hugo Banzer Suarez que impusieron un modelo económico y político de destrucción de las empresas estatales que priorizó con ventajas extremas la presencia de las transnacionales. Cabe la pena reiterar que a la cabeza de Carlos Palenque y Remedios Loza, fue, en 1989, uno de los fundadores e ideólogo de Conciencia de Patria (CONDEPA), movimiento patriótico que impulsó la resistencia popular al proyecto oligárquico-imperialista, levantando el proyecto del Modelo Endógeno de Desarrollo Nacional. Publicó, durante el gobierno de Gonzalo Sanchez de Lozada, “La fortuna del Presidente” que es un alegato documentado del tráfico de influencias y la corrupción del gonismo neoliberal y del propio Sanchez del Lozada. En el Congreso Nacional, de 1989 a 2002, fue baluarte en la defensa de Bolivia y de los recursos naturales.

– Entre 1999 y 2003, a veces de manera casi solitaria, desarrolló una persistente campaña por la defensa de la nación, del Estado-Nacional y de las riquezas mineras y petroleras. Finalmente consiguió posicionar en la agenda nacional y en la conciencia y lucha del pueblo boliviano los asuntos de la recuperación de los recursos naturales, de la nacionalización de los hidrocarburos y su industrialización. La agenda de Octubre del 2003, impuesta con la insurrección popular que expulsó a Sanchez de Lozada y a la partidocracia tradicional de Bolivia, se convirtió en la fuerza motriz del nuevo proceso político boliviano.

– Como Ministro de Energía e Hidrocarburos impulsó y ejecutó la tercera nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia con el Presidente Evo Morales Ayma, el 1 de mayo de 2006, la misma que contó con la acción militar de toma de los campos petrolíferos que se encontraban en manos de las transnacionales. Ese día, junto al Presidente, desde los balcones del palacio de Gobierno se informó sobre el alcance de la medida. Su defensa del proyecto y estrategia de nacionalización del petróleo en el Congreso Nacional, ante una interpelación de los representantes conservadores neoliberales, marcó un hito en la defensa nacional, junto a la realización de Auditorías a las transnacionales PETROBRAS de Brasil, REPSOL de España, TOTAL de Francia y BG de Inglaterra.

– En el enfrentamiento entre el gobierno boliviano y las transnacionales petroleras, Petrobrás y el gobierno brasileño de Lula Da Silva, Andrés Soliz Rada tuvo un choque de posiciones con los entonces Ministro de Energía, Silas Rondeau, y Canciller brasileño, Celso Amorín, respecto al acto soberano de la nacionalización, situación que semanas después, cuando como Ministro aprobó la recuperación de recursos económicos de las refinerías que controlaba Petrobrás y no recibió apoyo del gobierno de Evo Morales, lo llevó a renunciar al cargo.

– En los últimos años, ha sido su prioridad intelectual y política la lucha por defender la existencia y unidad de la patria frente a las intenciones oligárquicas de dividirla o federalizarla con el argumento de dar vigencia a las autonomías y a la posterior aprobación de una constitución que crea condiciones para fragmentar el país, bajo la consigna de la autodeterminación de presuntas treinta y seis naciones indígena originario campesinas auspiciadas por algunas ONGs y Fundaciones financiadas desde las metrópolis. Esta “autodeterminación”, como estrategia imperialista, ha provocado muchos conflictos internos por el control de recursos, territorios y actividades lícitas e ilícitas en distintos lugares del territorio boliviano por parte de distintos grupos y sectores.

Su consecuencia con la defensa nacional- popular antiimperialista y con el proyecto de Liberación Nacional, Unidad de la Patria Grande y Socialismo Latinoamericano está presente en toda su trayectoria y se manifiesta claramente en los trabajos que contiene “La luz en el túnel”.

HISTORIA Y REALIDAD DE LA LUCHA ANTIIMPERIALISTA

La reflexión metódica y cuidadosa, el estudio permanente de la historia y la realidad actual, la pasión profunda y el compromiso con Bolivia, América Latina y el Tercer Mundo y la altura y calidad de sus escritos son las características centrales de la obra de Andrés Soliz Rada. En “La luz en el túnel” se presenta una selección de sus principales trabajos que tienen una sólida columna vertebral teórica y una consecuencia y coherencia a lo largo de cincuenta años de difusión de su pensamiento y de su práctica, que marcan la integridad humana y política del autor.

La lucha antiimperialista en países como Bolivia está indisolublemente relacionada con cinco aspectos: la construcción y realización de un sólido Estado Nacional, la defensa intransigente de la soberanía e independencia nacionales, la lucha por el uso endógeno de los recursos naturales, la unidad e integración con todos los pueblos de América Latina y, sobretodo, la preservación de la existencia del propio país.

Las amenazas internas y externas que se han presentado y presentan a Bolivia han sido identificadas con claridad por él, de ahí la coherencia de su análisis. Su rechazo a estas amenazas se expresa en su crítica tanto a las oligarquías locales del oriente que impulsan el federalismo, como a las ONGs y el gobierno que apoyan una pretendida autodeterminación de los pueblos indígenas. En ambos casos el resultado sería la disgregación nacional. También está presente su rechazo a la intervención foránea del imperialismo a través de las grandes corporaciones transnacionales, los organismos internacionales bajo el control de Estados Unidos y los medios de comunicación que generan procesos de alienación y pérdida de identidad nacional.

De ahí su discurso defendiendo e impulsando la dignidad boliviana y la autoestima de la población, bajo la perspectiva de construir una patria con capacidad de generar sus propias riquezas para conseguir la soberanía alimentaria, la industrialización de sus recursos naturales y un desarrollo autónomo e integrado en América Latina y el Caribe, levantando la bandera de la Patria Grande como Estado Continental capaz de enfrentar los retos del futuro.

Su experiencia, estudio, reflexión, crítica y debate realizados durante este periodo se presentan en el libro de manera ordenada y dinámica, mostrando las bases del pensamiento de la Izquierda Nacional Boliviana en el marco de las luchas del pueblo boliviano por conquistar su independencia nacional y la liberación de los colonialismos interno y externo.

En ese sentido la dialéctica de la liberación planteada en su obra, sobre la base de la contradicción fundamental entre la nación oprimida y el imperialismo, se presenta en términos de los principios del antiimperialismo, la conexión entre nacionalismo y socialismo en América Latina y la construcción de un bloque social revolucionario expresado en el movimiento patriótico, es decir la acción concertada de las clases y fracciones de clase, pueblos indígenas y otros sectores sociales afectados directamente por la dominación imperial en cada momento de la vida nacional, la perspectiva estratégica de la unidad de la Patria Grande como exigencia de las acciones políticas y la necesidad de la construcción y reconstrucción permanente del instrumento político-ideológico del movimiento patriótico.

En esta perspectiva, el carácter específico de la historia de los pueblos de América Latina y el Caribe determinado por la dominación del capitalismo, en su fase primero colonial y luego imperialista, define su condición semicolonial que estructura un orden fundado en la lógica de la división internacional del trabajo, la dependencia, la relación centro-periferia del sistema mundo, y la acumulación internacional del capital que polariza las fuerzas sociales nacionales e internacionales.

La crítica radical al eurocentrismo es una de las vetas más importantes de las potencialidades del pensamiento de la Izquierda Nacional Boliviana, puesto que la misma toca el aspecto estratégico del control del pensamiento, las ideas y las conciencias, de ahí que la colonización pedagógica, junto a los otros aspectos de la explotación y opresión semicolonial, se convierte en un instrumento que Andrés va desmontando pausadamente para proponer inmediatamente las alternativas que surgen de la sistematización de las luchas nacionales y populares en Bolivia y América Latina y la valoración de los pensadores más comprometidos con la Patria Grande y la Patria Boliviana. Ahí están Montenegro, Almaráz, Ugarte, Soler, Vasconcelos, Martí, Haya de la Torre, Methol y Ramos.

En este contexto incorpora el estudio y análisis de los trabajos de Marx, los que presentan dilemas en torno a la situación colonial y la autodeterminación, que corresponden a distintos momentos de sus preocupaciones, y que serán la base para la discusión de un problema clave de la teoría marxista y revolucionaria: la cuestión nacional y colonial. Esta cuestión va a guiar el debate de más de un siglo y que la Izquierda Nacional Latinoamericana va a reflexionar lúcidamente analizando la historia y las formaciones sociales nacionales y regionales.

Por otra parte, el eurocentrismo marca el carácter de la dependencia y la dominación imperialista con la opresión a los pueblos, la explotación de las materias primas, el impedimento a cualquier iniciativa de industrialización y desarrollo independientes y la imposición de modelos económicos, políticos y militares destinados a la reproducción de las relaciones desiguales fundadas en la división internacional del trabajo y la acumulación del capital.

APORTES CENTRALES AL MOVIMIENTO PATRIOTICO

En esa perspectiva Las lides ideológicas de la Izquierda Nacional Boliviana es la síntesis del proceso de cincuenta años de estudio, reflexión, debate, combate ideológico y lucha política en el dinámico contexto de la historia boliviana, plena de avatares y cambios, fundados en su tradición rebelde. De ahí que el texto “La caracterización de Bolivia y la contradicción fundamental” y el trabajo “El papel del POR en el colgamiento de Villarroel”, fueron realizados en la década de los sesenta y setenta, en tanto los otros corresponden a los últimos diez años.

“La caracterización…” tiene una importancia nodal porque marca las pautas del horizonte teórico de la Izquierda Nacional y permite identificar la contradicción fundamental Semicolonia-Imperialismo que ordena el conjunto de la estructura social, política y económica del país, más aún permite ubicar las posturas teóricas e ideológicas de la izquierda tradicional y de las oligarquías y burguesías intermediarias locales.

Soliz abre el análisis de un tema sensible como es el de la democracia, tomando en cuenta la estrategia norteamericana de propiciar, al fracaso de la Doctrina de la Seguridad Nacional, la Democracia Controlada o tutelada por el poder hegemónico mundial utilizando como guardianes al FMI, el BM y otros organismos internacionales.

También ha permitido, después del posicionamiento de apoyo crítico del Grupo Revolucionario Octubre (GRO) Izquierda Nacional a los procesos Ovando-Torres, definir las características del neoliberalismo democrático planteando y construyendo el germen del Movimiento Patriótico a través de CONDEPA y enfrentando radicalmente al gonismo, el mismo que consiguió inclusive el respaldo de sectores políticos e intelectuales de la izquierda tradicional.

De la misma manera la valoración de la insurrección de Octubre 2003 y el ascenso del gobierno de Evo Morales permitió asumir una posición de respaldo pleno a este proceso, hasta el momento en que comienzan las negociaciones con las petroleras transnacionales y se desarrolla un intento político que habilitaba las tendencias conspirativas contra la unidad nacional. En una experiencia histórica como la presente se reconocen y apoyan los avances y transformaciones realizadas y se critican los retrocesos y acuerdos con las posiciones conservadoras.

Sus trabajos y reflexiones permiten, asimismo, advertir la irradiación de las ideas de Andrés en la construcción de la conciencia nacional en los más importantes sectores sociales, a pesar de haber comenzado como una voz solitaria en un contexto dominante y hegemónico de la democracia neoliberal, que culminó con la guerra del gas del 2003. De la misma manera, permite vislumbrar los gérmenes de integración de América Latina, la crisis y pérdida de iniciativas del imperialismo norteamericano en nuestro continente y el crecimiento del ideal nacional latinoamericano con la formación de UNASUR y CELAC, el avance del MERCOSUR y la defensa de Malvinas Argentinas.

La correspondencia entre los postulados teóricos, el compromiso con los principios y la actuación y práctica políticas evidencia la coherencia e integridad de Andrés en su vida pública, reconocida además por su perseverancia, convicción y discernimiento en cada coyuntura. Un momento importante en su trayectoria se produce precisamente con la tercera nacionalización de los hidrocarburos, después de veinte años de su insistente denuncia al entreguismo neoliberal, ubicándose, de esta manera, entre los hombres que marcaron la historia de la defensa del petróleo en Bolivia como Abel Iturralde, Dionisio Foianini, Sergio Almaráz, Marcelo Quiroga Santa Cruz y Enrique Mariaca.

NACIONALISMO DEFENSIVO EN LAS SEMICOLONIAS

Los fundamentos para responder a los desafíos de Bolivia y América Latina tienen una doble perspectiva, por una parte la profundización de las reflexiones y aportes de Adolfo Perelman, Sergio Almaráz y René Zavaleta Mercado y, por otra los aportes estratégicos de Manuel Ugarte, Jorge Abelardo Ramos y León Trotski.

La importancia del nacionalismo defensivo de las semicolonias, expresado en las nacionalizaciones de empresas imperialistas frente al nacionalismo de las potencias capitalistas depredadoras; en la dialéctica de la relación nacionalismo-socialismo; en la prioridad de defender de existencia nacional para luego proyectar el alcance de la nación hacia horizontes latinoamericanos corresponden a esta orientación del análisis del proceso boliviano y latinoamericano.

Los debates al respecto, tanto con representantes de posiciones conservadoras y liberales, como con representantes de la izquierda tradicional (stalinistas, trotskystas, maoistas y socialdemócratas), han encontrado siempre la calidad polémica de Andrés Soliz, tanto en los ámbitos universitarios, periodísticos, parlamentarios y políticos, nacional e internacionalmente, desde la década de los sesenta hasta el presente. Esto se articula con su práctica política como misión de compromiso con la Patria.

Por otra parte el antiimperialismo de la Izquierda Nacional Boliviana está siempre situado temporal y espacialmente, es decir está contextualizado en la historia y respaldado en información, datos, documentos y actuaciones. Esto se refleja en los aportes de Andrés, desde la perspectiva integradora de los libertadores, el rescate de Moreno, las Malvinas para la Argentina, las nacionalizaciones, el indigenismo eurocéntrico, los esclavos de Europa y la controversia con Chile.

El marco de referencia se encuentra en los grandes debates marxistas de la cuestión nacional y colonial, en los cuales los clásicos (Marx, Lenin, Trotski) han marcado líneas importantes y en América Latina se han profundizado y ubicado en su contexto (Ugarte, Ramos, Haya de la Torre, Mariátegui), al igual que en Bolivia (Montenegro, Almaráz, Zavaleta, Soliz). Esta herencia teórica y metodológica está presente en sus aportes más importantes.

Sus tesis representan, figurativamente, el horizonte de liberación nacional e independencia plena de la patria de toda forma de subyugación y dependencia, en el marco de la unidad latinoamericana, superando las condiciones de miseria, discriminación, exclusión y explotación que sufre la mayoría de la población de nuestro país e impulsando la realización plena de los bolivianos y bolivianas en un marco de igualdad y libertad.

Sin embargo, como él plantea, los riesgos de quebrar la unidad territorial y social del país se acrecientan porque la nueva constitución en su apartado de territorios y autodeterminaciones parciales, abre caminos para la ruptura de la intersubjetividad nacional, genera expectativas peligrosas y provoca conflictos que no se pueden controlar. Se trata de una experiencia que podría sobrepasar a sus impulsores internos y se convierte en un instrumento del imperialismo para sus fines de control de Bolivia y de la región sudamericana.

Los vínculos entre existencia nacional, Estado fuerte frente al imperialismo, Capitalismo de Estado, defensa de los recursos naturales, cuestión nacional y unidad latinoamericana se entrelazan férreamente para construir una posición política y una estrategia imprescindible para Bolivia en el conjunto de luchas y contradicciones que se concentran en el eje de la liberación nacional, que enfrenta a las fuerzas oligárquico-imperialistas contra las fuerzas nacional-popular antiimperialistas.

Para profundizar la lectura, estudio e interpretación de la historia de Bolivia y América Latina se torna imprescindible y central el trabajo de Andrés Soliz Rada, quien ha escudriñado las raíces de la lucha anticolonial y antiimperialista junto a los hitos de la defensa de la unidad e integración latinoamericana en las prácticas políticas y en la reflexión intelectual en los dos últimos siglos.

El doble dilema está planteado. El interno en Bolivia está entre existir digna y soberanamente o dividirse y dar opción al imperialismo rompiendo con la patria boliviana indomestiza y, al respecto, Andrés Soliz aporta con ideas fundamentales para vislumbrar un futuro de liberación para Bolivia. En tanto que el dilema latinoamericano entre la unidad e integración frente a la dependencia y el dominio imperialista presenta el gran desafío del siglo XXI, planteado por el general Juan Domingo Perón y reproducido por el comandante Hugo Chavez, “el siglo XXI nos encontrará unidos o dominados”. Unidos, libres y emancipados construyendo el socialismo latinoamericano es la bandera de la lucha revolucionaria del presente en América Latina y el Caribe.

Los movimientos nacional-populares y los gobiernos nacionalistas y antiimperialistas surgidos en América Latina y el Caribe en los años que van del siglo XXI han abierto la gran esperanza de recorrer los pasos de lo que fue la gran gesta de la emancipación impulsada en el siglo XIX por los guerrilleros de la independencia y por los ejércitos libertadores de Simón Bolivar, José de San Martín, José Artigas, Bernardo de OHiggins y Francisco Morazán y de renovar el pensamiento nacionalista y antiimperialista del revisionismo histórico recuperando a los grandes pensadores de la generación del 900 como José Martí, Manuel Ugarte, José Vasconcelos, Rufino Blanco Fombona, entre otros. Es la hora de la unidad continental hacia la construcción de un socialismo latinoamericano y caribeño, en un momento de grandes definiciones geopolíticas y estratégicas en nuestro mundo.

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